viernes, 29 de junio de 2012

CALIDAD Y ACCESO DE LA SALUD Y SEGURIDAD SOCIAL


CALIDAD Y ACCESO DE LA SALUD Y SEGURIDAD SOCIAL



Según la propia visión de los adultos mayores, sus principales preocupaciones rondan la economía y la salud, dos aspectos que consumen su presupuesto casi por completo y que generan grandes aflicciones. Esto indica que los programas sociales debieran apuntar hacia estas dos variables, respondiendo así a necesidades sentidas por este grupo etáreo y no a supuestas problemáticas, con ello se entregaría un real rol activo a los adultos mayores que están interesados en mejorar sus condiciones de vida a nivel general.
A pesar de la claridad de los adultos mayores acerca de sus principales necesidades, aún existen deficiencias políticas al respecto, siendo las pensiones considerablemente bajas para satisfacer la multiplicidad de necesidades de un adulto mayor promedio. A esto se suma que los beneficiarios directos del INP, de las diversas AFP, o de la pensión asistencial (PASIS), presentan graves confusiones acerca de sus derechos y red de apoyo, confundiendo instituciones, procedencias de ingresos, y características del beneficio, lo que les impide manejar sus decisiones provisional es con seguridad y eficiencia. En este sentido, la atención del sistema de previsión aún debe mejorar en cuanto a la entrega de información focalizada, implementando programas de seguimiento y atención personalizada y capacitada en el área.
Con respecto a la salud, se observan algunos avances en cuanto al acceso a la salud pública, específicamente en los beneficiarios de FONASA, quienes a los 65 años adquieren gratuidad en la atención. Pero ¿qué sucede con aquellos que no integran este sistema o que se encuentran en el rango de edad entre los 55 y 64 años? (los que según estadísticas representan un alto número en la región).
Si el acceso a la salud presenta reconocidas mejoras, es necesario señalar que la atención oportuna, aún presenta deficiencias, ya que el adulto mayor hoy debe esperar "gratuitamente" por una atención focalizada, como la oftalmológica, otorrina o cardiovascular. En este sentido la escasez de profesionales de la medicina especializados en enfermedades crónicas propias de la vejez, actúa como un factor que dificulta una atención oportuna, es decir en el momento preciso en el que se requiere.

CALIDAD DE VIDA DEL ADULTO MAYOR


CONDICIONES ECONOMICAS Y AMBIENTALES (VIVIENDA) EN QUE VIVEN LOS 
ADULTOS MAYORES

La forma de enfrentar la vejez desde una perspectiva individual varía tanto por factores  biopsicosociales internos como externos, lo que no es una excepción en el caso de necesidades materiales como las económicas o ambientales. En este sentido, las condiciones de ambas variables varían según aspectos geográficos, subetáreos, culturales, sociales, educacionales, entre otros.
Sin embargo, en un contexto local y general, se puede señalar que estadísticamente los adultos mayores en su mayoría son propietarios de su vivienda, producto de esfuerzos de años anteriores o herencias.        Esta vivienda en muchos casos presenta dos características:
Deficitario estado de conservación, debiéndose a la escasez de recursos económicos o materiales para remodelar, terminar o reparar la infraestructura básica, a lo que se suma el factor años de antigüedad, ya que en general la vivienda se adquiere durante los inicios de la etapa laboral.
Falta de implementación adecuada para los cambios físicos y psicológicos de la vejez, tanto a 
nivel de vivienda como de contexto vecinal. Es decir, los baños, escalas, caminos, iluminación, 
y otros espacios, no cuentan con mecanismos de prevención de riesgos que eviten caídas o aislamiento. Esto último es de vital importancia, considerando que un adulto mayor que ve dificultado su traslado físico hacia un centro comunitario, por ejemplo, tiende a marginarse de la  participación.
Además de lo anterior, el adulto mayor producto de la jubilación recibe como promedio una pensión que equivale a la mitad de su sueldo en vida laboral activa, lo que le ha obligado a re-ordenar la forma de jerarquizar sus necesidades y forma de satisfacerlas. Esta situación económica no facilita que el adulto mayor participe en organizaciones comunitarias o actividades de orden cultural, educativo o artístico, púes sus ingresos van dirigidos a satisfacer necesidades básicas de alimentación, salud y servicios básicos, marginando variables de tipo educacional, recreativo y social.



EL ADULTO MAYOR Y SU VIDA SOCIAL

Es momento de reflexionar sobre nuestros adultos mayores, buscando siempre que la última etapa de su vida sea digna.


Hablar del adulto mayor en nuestra sociedad es transitar por un camino lleno de prejuicios y malos entendidos. En principio es necesario preguntarnos si el abuelo o abuela que tenemos en nuestras casas recibe la atención suficiente para que pueda vivir de manera digna. Hasta donde sabemos la atención va en el orden de lo económico para efectos de la subsistencia, en segundo lugar los cuidados tiernos y psicológicos que una persona de esa edad requiere y finalmente los aspectos materiales que harán la vida más llevadera. En la mayoría de los hogares el adulto mayor se enfrenta a una serie de desventajas; la primera de ellas es la falta de información, de quienes lo rodean, del estado biológico en que se encuentra, así como del estado emocional y psicológico. De esta manera las personas mayores inician un largo camino lleno de incomprensiones y de exigencias que lo someten a un estado de ansiedad muy fuerte, el camino que les queda es el del aislamiento, el quedarse callado para no despertar el enojo de quienes conviven con él. El hogar, la familia, se puede convertir, en la mayoría de los casos, en el primer gran discriminador de una persona que ha llegado a su etapa final, en condiciones de desventaja.
Las desventajas se amplían al plano social y entre ellas encontramos pensiones absurdas para quienes trabajaron la mayor parte de su vida. Hay otras igual de humillantes como el transporte público que ofrece pocas posibilidad de uso para los adultos mayores que han entrado en franco declive físico, sin contar el trato despótico de los conductores de los camiones que muchas de las veces se pasan de largo cuando ven alguna persona mayor y, cuando se detienen, la exigencia de que suban rápido a su unidad puede provocar accidentes fatales para este tipo de personas.
Los espacios públicos se convierten en verdaderas trampas para el adulto mayor, la falta de señalamientos adecuados, la ausencia de una cultura que promueva el respeto y la solidaridad con los ancianos hacen prácticamente imposible el libre tránsito de muchas personas en edad avanzada, obligándoles a permanecer en su espacio familiar que también en muchas ocasiones los discrimina. Qué hace el adulto mayor?, callar, aceptar el aislamiento, hacerse invisible para no ser un estorbo de aquellos que tienen como obligación cuidarlo.
Las instituciones de gobierno, supermercados, escuelas y universidad poco, o nada, pueden ofrecerle al adulto mayor, transita por nuestras ciudades con ese andar lento, encorvado, con movimientos de cuello que exhiben la poca fuerza física que le queda, con esa mirada temerosa que intenta reconocer lo que tiene enfrente, con ese cuerpo frágil que pone de manifiesto su estado emocional y casi siempre nos transmite soledad, abandono, miedo y también esperanza.
Es momento de reflexionar sobre nuestros adultos mayores, buscando siempre que la última etapa de su vida sea digna, y le haga recuperar la esperanza y la confianza en esta humanidad que, hasta el día de hoy, en mucho los ha abandonado. Hoy debemos de pensar en espacios dignos para su edad, su estado emocional y sus capacidades físicas y psicológicas, no lo debemos de posponer porque hacerlo sería seguir menospreciando a aquellos que tanto nos dieron.