viernes, 29 de junio de 2012

EL ADULTO MAYOR Y SU VIDA SOCIAL

Es momento de reflexionar sobre nuestros adultos mayores, buscando siempre que la última etapa de su vida sea digna.


Hablar del adulto mayor en nuestra sociedad es transitar por un camino lleno de prejuicios y malos entendidos. En principio es necesario preguntarnos si el abuelo o abuela que tenemos en nuestras casas recibe la atención suficiente para que pueda vivir de manera digna. Hasta donde sabemos la atención va en el orden de lo económico para efectos de la subsistencia, en segundo lugar los cuidados tiernos y psicológicos que una persona de esa edad requiere y finalmente los aspectos materiales que harán la vida más llevadera. En la mayoría de los hogares el adulto mayor se enfrenta a una serie de desventajas; la primera de ellas es la falta de información, de quienes lo rodean, del estado biológico en que se encuentra, así como del estado emocional y psicológico. De esta manera las personas mayores inician un largo camino lleno de incomprensiones y de exigencias que lo someten a un estado de ansiedad muy fuerte, el camino que les queda es el del aislamiento, el quedarse callado para no despertar el enojo de quienes conviven con él. El hogar, la familia, se puede convertir, en la mayoría de los casos, en el primer gran discriminador de una persona que ha llegado a su etapa final, en condiciones de desventaja.
Las desventajas se amplían al plano social y entre ellas encontramos pensiones absurdas para quienes trabajaron la mayor parte de su vida. Hay otras igual de humillantes como el transporte público que ofrece pocas posibilidad de uso para los adultos mayores que han entrado en franco declive físico, sin contar el trato despótico de los conductores de los camiones que muchas de las veces se pasan de largo cuando ven alguna persona mayor y, cuando se detienen, la exigencia de que suban rápido a su unidad puede provocar accidentes fatales para este tipo de personas.
Los espacios públicos se convierten en verdaderas trampas para el adulto mayor, la falta de señalamientos adecuados, la ausencia de una cultura que promueva el respeto y la solidaridad con los ancianos hacen prácticamente imposible el libre tránsito de muchas personas en edad avanzada, obligándoles a permanecer en su espacio familiar que también en muchas ocasiones los discrimina. Qué hace el adulto mayor?, callar, aceptar el aislamiento, hacerse invisible para no ser un estorbo de aquellos que tienen como obligación cuidarlo.
Las instituciones de gobierno, supermercados, escuelas y universidad poco, o nada, pueden ofrecerle al adulto mayor, transita por nuestras ciudades con ese andar lento, encorvado, con movimientos de cuello que exhiben la poca fuerza física que le queda, con esa mirada temerosa que intenta reconocer lo que tiene enfrente, con ese cuerpo frágil que pone de manifiesto su estado emocional y casi siempre nos transmite soledad, abandono, miedo y también esperanza.
Es momento de reflexionar sobre nuestros adultos mayores, buscando siempre que la última etapa de su vida sea digna, y le haga recuperar la esperanza y la confianza en esta humanidad que, hasta el día de hoy, en mucho los ha abandonado. Hoy debemos de pensar en espacios dignos para su edad, su estado emocional y sus capacidades físicas y psicológicas, no lo debemos de posponer porque hacerlo sería seguir menospreciando a aquellos que tanto nos dieron.


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